12 marzo 2017

La guerra al jabalí empieza en Quintes

La primera cacería en Quintes y Quintueles finaliza con cuatro suidos muertos. Duró más de ocho horas y participaron casi cincuenta personas
EVA FERNÁNDEZ GIJÓN - 11 marzo 2017
El Principado activa el plan para combatir la superpoblación con guardas de la consejería
G. del Principado en uno de los puestos
Joaquín Pañeda
Quintes y Quintueles fueron escenario ayer de la primera batida sin cupo para cazar jabalíes en esta zona de Villaviciosa fronteriza con Gijón. Unas cincuenta personas entre guardas de la Consejería de Desarrollo Rural y Recursos Naturales -procedentes de toda Asturias-, monteros -la mayor parte, cazadores de la zona acompañados de casi una quincena de perros-, miembros de Protección Civil y agentes de la Policía Local de Villaviciosa, a los que transcurrida la mañana se sumaron también agentes del Seprona, participaron en este «primer intento» extraordinario por controlar la superpoblación de suidos en respuesta a la reivindicación vecinal por los numerosos y cuantiosos daños que actualmente están causando.
El Principado activa así el plan para la eliminación de jabalíes sin cupo en este área. Y no será la única vez que lo autorice. «Haremos más», advirtió el guarda mayor. En más de ocho horas de rastreo y persecución, el resultado fue de cuatro suidos muertos. El primero, macho, cayó sobre las doce del mediodía en Cerreo (Quintueles). Fue el de mayor tamaño y fue retirado a última hora por los guardas al encontrarse en un lugar de muy difícil acceso. El resto, más pequeños, de unos veinte kilos cada uno, fueron abatidos en Rovigo (Quintueles), donde cayeron dos, y otro en El Pielgo (Quintes). La gran extensión de terreno en estas parroquias y la cantidad de matorral presente dificultaron en gran medida la caza. El día anterior, un jabalí de unos 70 kilos provocó un accidente en la carretera general, junto al hotel Bal.
«O ponemos remedio o esto va a ser una plaga»
Esta primera batalla contra el suido comenzó a las nueve y media de la mañana. El punto de encuentro fue una parrilla de Quintueles. Diecisiete guardas del Principado con sus respectivos vehículos, algún vecino y agentes de la Policía Local de Villaviciosa esperaban las primeras noticias de los monteros que con la ayuda de sus perros rastreaban en avanzadilla la zona de La Riega de La Tuerba y, a través de los walkies talkies, advertían a los agentes del Principado de la presencia de ejemplares y de hacia dónde les dirigían para que los guardas, apostados en sus puestos durante largas horas, les pudieran disparar en su huida. Con chalecos reflectantes amarillos y naranjas se reconocían perfectamente a los tiradores en las laderas de la Riega.
Los ejemplares fueron abatidos en Cerreo, el de mayor tamaño, Rovigo y El PielgoLos monteros, con perros, empezaron a rastrear en avanzadilla la Riega de La Tuerba
La presidenta vecinal de Rovigo (Quintueles), Reyes Ugalde, se había encargado de avisar previamente a los residentes porque «si suenan tiros se van a asustar. Esta zona es un lugar de paseo muy concurrido y queremos estar al tanto, no vaya a ser que andemos por ahí y tengamos que echar cuerpo a tierra». Casa a casa, fue dando el aviso e incluso uno de los miembros de Protección Civil advirtió a un agricultor de la zona de que no podía sembrar ese día el huerto, dada la cercanía de su finca a los puestos de los guardas, por seguridad. Transcurrió la mañana y las primeras horas de la tarde en un ir y venir de coches desde que sobre las doce del mediodía cayera el primer suido muerto. A partir de entonces, los puestos se fueron desplazando hacia donde lo hacían las piezas.
Teodoro Morís controlando la cacería
«Conocen hasta el ruido de los tractores. Si siembras maíz te comen el grano en dos días y la hierba que tocan ya no la quiere el vacuno», explicó el alcalde pedáneo de Quintueles, Teodoro Morís, más conocido como 'El Gemelu'. En todo momento, controló esta primera cacería extraordinaria que autoriza el Principado en la zona. A las cinco y media de la tarde, los guardas y monteros empezaron a llegar al punto de encuentro. «Los perros están extenuados», comentaban. Alguno incluso hubo que cogerlo en cuello. «Este calor fue lo peor para ellos», explicaron sus propietarios.
«Muy complicado»
Alguno de los monteros llegó sangrando por los brazos y con arañazos «del jabalí», bromeó. Teodoro Morís destacó que «todo salió muy bien, perfectamente organizado y con un resultado de cuatro piezas del que estamos contentos porque vimos que había muchos pero es muy complicado». El guarda mayor del Principado también se mostró satisfecho. Los suidos abatidos, según dijo, se trasladarán a Cogersa. En su opinión, «los Ayuntamientos deberían implicarse un poco y controlar que no se extienda el matorral en las fincas porque no favorece nada el control de la especie». José Manuel Lago explicó que son más de 60.000 los que habitan en la zona central de Asturias. El objetivo de esta medida extraordinaria, como explicaron los guardas antes de la batida, es «intentar matar a todos los que podamos». En los últimos años, la población se ha multiplicado por diez. Según los expertos, como ha pasado con el corzo y en unos años puede llegar a pasar con el lobo y el oso.
En el punto de encuentro, algún cliente, que disfrutaba del buen tiempo en la terraza, se acercó a contemplar los trofeos del día. El problema, según los vecinos, viene ahora porque ya terminó la temporada de caza, el 28 de febrero, y es época de celo. Teniendo en cuenta que el 70% de la población son hembras, el problema se agrava. Ayer, la jornada resultó un éxito, según los participantes, que repetirán como ya hacen en Luarca, Caravia y el Nalón.
Fuente: EL COMERCIO