23 junio 2014

Las tradicionales fiestas de Santa Ana en Quintes se caen por motivos económicos

Después de muchos altibajos, éxitos y dificultades, las fiestas de Santa Ana no se celebrarán este año.
1945,  bailando en Santa Ana
Aunque en cierto modo ya se esperaba, la reciente renuncia de Begoña y Alfredo en continuar con la organización de las fiestas nos cogió a muchos por sorpresa. Corren tiempos difíciles, económicos y burocráticos, para la organización de las fiestas de prau. Tiempos en que las formas de celebración han cambiado. Ya no vale como antes, fiar las fiestas a los beneficios de una barraca alquilada, donde por lo general se sirve baja calidad a precios altos.
Ya no pueden dos personas, aunque cuenten con colaboradores, responsabilizarse de una fiesta que genera infinidad de problemas y trabajo. Las fiestas de hoy deben organizarse por una comisión joven, formada por varias personas y comprometida, que trabaje durante todo el año en los preparativos y en la captación de medios económicos.
1967 Equipo de fútbol de solteras
Las fiestas de Santa Ana, hasta 1970 han estado salpicadas de muchos altibajos, de suspensiones y el resurgir de nuevas celebraciones. Los mayores de la parroquia, aun recuerdan aquellas antiguas fiestas con gramola para las personas del pueblo y alrededores, hasta las más recientes y multitudinarias donde Quintes llegó a ser un referente de las  fiestas de prau del verano en Asturias.
Eran otros tiempos y otras formas. Remontándome al año 1966, recuerdo perfectamente que cuatro amigos, Roberto Álvarez, José Ramón Morís, Abel Buznego y yo mismo, decidimos, unos días antes del 26 de Julio, organizar las fiestas de Santa Ana que estaban suspendidas. Teníamos el permiso para su celebración en el prau de Varas  pero faltaba todo lo demás.
1967 Equipo de fútbol de casadas
La juventud y la ilusión dicen que dan alas y rápidamente nos pusimos manos a la obra, primero había que bajar al monte a por madera para montar la barraca y después alquilar los vasos y la descorchadora de sidra en Alpequin en la calle Magnus Blikstad de Gijón, para finalizar con la contratación de gramolas y una pequeñina orquesta. Afortunadamente, a la hora de la verdad, no nos faltó la colaboración de amigos y vecinos que echaron una mano en la barraca. Tampoco nos faltó suerte a la hora del recuento ya que nos sobró dinero para unas sidras y un bocadillo de anchoas en el chigre de Pepe Caso.
Al siguiente año la fiesta se celebró en el mismo lugar pero ya con la Orquesta X de Infiesto, que en aquel momento era una de las más renombradas de Asturias y su contratación  nos costó 5.000 pesetas de las de entonces. Había que sacar dinero y organizamos al lado de casa Kilo un partido femenino de casadas contra solteras radiado por Jose Ramon Morís y que, al pasar la gorra, nos dio un beneficio de 2.000 pesetas. 
1975, Santa Ana en la Carbayera
Al siguiente año, con la urbanización del prau de Varas, fue necesario trasladar la fiesta frente a la casa de Corso Raimundo, ya con una comisión formada por varias personas. Después de unos años sin fiesta de prau, empieza una nueva era de estabilidad para las fiestas de Santa Ana. Se formó una comisión fuerte con Eduardo Caso al frente y las fiestas empezaron a popularizarse y se ponen de moda. Al fallecimiento de Eduardo, coge la batuta de la comisión Manuel Angel Ordieres (Cuqui) y las fiestas  continúan manteniendo  un gran nivel. Tanto con Eduardo como en los primeros  años de Cuqui las fiestas vivieron sus mejores momentos. Quintes se convertía en un camping gigante donde miles de jóvenes inundaban los praos de tiendas de campaña y las orquestas se lucían en verbenas multitudinarias durante tres días. En los últimos años las fiestas  empiezan progresivamente a perder popularidad, corren nuevos tiempos y no se adoptan nuevas formas de  organización como en el resto de romerías del entorno y Santa Ana poco a poco va decayendo.
Al fallecimiento en 2012 de Manuel Ángel Ordieres (Cuqui), se hicieron cargo de las fiestas durante estos dos últimos años su esposa Begoña Acebal y su hijo Alfredo Ordieres que ante el fenómeno del botellón y la falta de colaboración se ven impotentes y deciden no continuar con la organización.
Es justo reconocer y agradecer el esfuerzo y trabajo realizado por todas esas personas que durante estos últimos años han luchado para superar los múltiples problemas que se encontraron para organizar las fiestas. Yo solo intento demostrar con este escrito que las dificultades y el riesgo económico han existido siempre.
Si alguien no lo remedia, se han caído  unas fiestas con gran tradición y renombre. Se cierra así un ciclo continuado de celebraciones  de más de cuatro décadas. Esperemos que, como en otras ocasiones, las fiestas de Santa Ana vuelvan a resurgir con fuerza.
Julián Caicoya