14 agosto 2011

Los Gemelos de Quintes

Gerardo y Teo ayer, ante el Elogio del Horizonte, donde se colocaron las baterias para el lanzamiento de los artificios.


Teo y Gerardo Morís tienen 48 años, un llagar, una cantera y un negocio y ayudan con la seguridad en los Fuegos de Gijón
14.08.11 - 02:37 -
XUAN BELLO
Los gemelos de Quintes son tantas cosas, y ejercen tantos oficios, que tras hablar con ellos a uno le queda la convicción de que, si en vez de ser gemelos hubiesen sido trillizos, no sería el mundo suficientemente grande para tanto esfuerzo, tanto tesón e imaginación, tanto empeño fértil al servicio del bien común. Gerardo y Teo Morís, a sus 47 años, tienen un llagar, y la sidra de Los Gemelos es de las mejores del concejo de Villaviciosa; poseen y explotan una cantera y su negocio son las piedras ornamentales; reconstruyen casas y son pescadores deportivos. Canteros y emprendedores, llevan en la sangre la mar que va desde la playa de La Ñora a El Puntal, ese trozo de costa que se conoce por Les Mariñes, y, con su primo José Manuel Valdés Costales, el poeta y librero de viejo, puede que sean de los mejores de esa estirpe de pescadores de pedreru que son, por así decirlo, la aristocracia de los de su clase en el mundo.
En el primer párrafo de este artículo me había prometido enumerar todas las tareas que ejercen cotidianamente Teo y Gerardo y no he podido. También trabajan para el Museo del Jurásico, rescatando las huellas y los fósiles del pedreru, y son expertos en explosivos. Tanto, que el Ejército, la Policía y la Guardia Civil se ponen en contacto con ellos para los casos difíciles. Asimismo, son parte del amplio dispositivo de seguridad en la noche de los fuegos artificiales de Gijón.
-De todos los materiales explosivos que existen los más peligrosos, nos confirma Gerardo, son los materiales pirotécnicos.
Su conocimiento de los explosivos les viene del tiempo de la mili. En ella se familiarizaron con estos materiales peligrosos y ahora, sirviendo en Protección Civil, están allí donde haga falta salvando vidas.
La noche del domingo, la misma noche de este día que lee el periódico, el cielo de Gijón se va a iluminar con rosas cúbicas, palmeras de vértigo y manantiales de luz que caerán sobre la noche oscura del mar. Un gran espectáculo, sin duda, que atrae a la ciudad a miles de personas. Tras el vértigo de lo vivido, nos iremos todos a nuestras casas convencidos de que el milagro se ha producido. Pocos pensarán en los gemelos de Quintes, que habrán velado por nuestra seguridad.
-Con los explosivos, me dice Teo, no hay nunca segundas oportunidades. Hay que hacerlo bien, con decisión, en su justo momento. Y lo hacemos.
Teo y Gerardo han demostrado en sobradas ocasiones su valor y su aptitud para solucionar problemas en situaciones de alto riesgo. Estuvieron en El Bao, cuando la inundación, y fueron los primeros que entraron, antes que los bomberos, en la Pirotecnia Devita de Colunga, cuando el trágico accidente.
-¿Tú sabes cómo se corta un cable de alta tensión caído?, me pregunta Teo de repente.
Me imagino los miles de kilowatios, el riesgo consecuente.
-De un hachazu secu. Pero tienes que da-ylo sobre la carretera o sobre una chapla de fierro -asegura.
-Y que l'hachu tenga'l mangu de plástico y lleves puesto ropa protector, concluye Gerardo.
Conocen el mar, la tierra, el vértigo de la vida. Hacen que nuestra vida sea mucho más segura. Yo me voy agradeciéndoles que existan. Son de esa clase de hombres que cuando el mundo caía ellos estaban allí: arrimando el hombro y teniendo por él. Y el mundo, claro, no cayó.
Noticia extraida de :http://www.elcomercio.es/