22 agosto 2011

En memoria de Orlando Merás González

Cumbre Tesorero-Picos de Europa (1982 )

Cumbre Aconcagua (2004 )

Fotografia reciente

Fotos cedidas por Orlando a éste blog

Orlando Meras.

Orlando Merás, sin estridencias, con sencillez, como vivió entre nosotros, se nos ha ido.
Cuando llegué a Quintes, fue mi primer amigo. Le conocí, le conocimos mi mujer y yo en el despacho de un notario para firmar un deslinde de su propiedad con la nuestra. No resultaba difícil acordar cosas con Orlando.
Cuando llegamos a Asturias, hace ya nueve años, Orlando y Lucía hicieron cuanto pudieron para marcarnos el camino. Nos llevaron de excursión para mostrarnos lo más auténtico, costa y montaña y entre tanto, valles y aldeas como una reliquia viva de esta maravillosa tierra.
Orlando era un enamorado de su tierra, de su entorno, de su naturaleza, de sus gentes. Pero por si no tuviera bastante con lo que aquí tenía, se fue a los Andes, al pico del Aconcagua, al otro lado del mundo, para experimentar las sensaciones que solo un enamorado de la montaña es capaz de entender.
Después decidió transmitir sus sensaciones y conocimientos en un libro de divulgación de la montaña asturiana para aprendizaje de los chavales, guajes se dice aquí.
El día de la presentación de su libro, tomé verdadera conciencia de la repercusión que Orlando tenía en su entorno. No cabíamos todos y hubo que habilitar otros espacios mayores para que todos pudiéramos estar presentes.
Fue un hombre sincero hasta el límite, no le gustaba convivir con las dobleces. Por eso quizá, cuando tuvo verdadera conciencia de su enfermedad prefirió contar la verdad tal cual él la conocía. Nos desgarró el corazón, pero nuestro consuelo no era otro que la entereza con que Orlando era capaz de contar su futuro.
Y así llegó el 19 de agosto, una tarde de vía crucis en Madrid, en que Orlando nos dijo adiós. Y a muchos nos dejó huérfanos de su presencia y su amistad.
Estoy seguro que Orlando está viviendo una nueva vida. Ese es nuestro consuelo y la esperanza de su esposa y compañera Lucía, y sus hijos Pablo, Ana y Bea.
No hay derecho, gritan ahora los indignados. Y es verdad, no hay derecho para que un hombre de bien nos abandone y con ello nos empobrezca a todos. Yo era más rico contando con Orlando en mi entorno, era más rico sabiéndole cerca, era más rico compartiendo con él una brizna de aire. Pero no ha podido ser. Su camino estaba trazado. Y ahora, pensando en él, en su memoria, me siento más rico.

José Luis García Rodríguez