28 diciembre 2009

Aquiles Tuero, promotor artistico




Texto: Janel Cuesta E. C.
Aquiles Tuero nació en Rovigo (Villaviciosa) en plenas fiestas agosteñas del año 1941 y fue el segundo de cinco hermanos, hijos de Aquilino García Pardo bien conocido en el barrio de Rovigo como 'Kilo de Manolo Rosa' y de Josefa Tuero García, no menos popular por ser hija de Manolón, el de Perico y de Josefa, la del Trigo, y con dos años nuestro personaje de hoy, Aquilino García Tuero, se vino a vivir a la calle de Donato Argüelles con su tío José Fernández, que tenía un taller de electricidad en la carretera de la Costa, hasta que pocos años después construyó un chalé en El Coto y allí entre las clases, primero en el colegio Blancanieves y luego en el Corazón de María, se dedica a repartir el pescado procedente de las bodegas que su tío había adquirido en Cimadevilla por los chalés de los señores de La Guía y Somió y sus amigos no tardaron en llamarle 'El Abc' por abreviar lo de Aquilino-Besugo-Comediante, porque además de una simpatía innata y una inquietud juvenil fuera de lo común, se pasaba el día cantando y el superfamoso padre Ezcaray le bautizó como «El gran comediante».
Y fue su afición al canto lo que le llevó a confraternizar con un compañero de clase que entonaba como los propios ángeles, llamado Javier García Rendueles El Tronchu, que le llevó con él al coro del colegio y según el propio Aquilino García Tuero fue el mejor tenor de los muchos que conoció a lo largo de su vida. De allí a cursar los estudios de peritaje industrial por la rama eléctrica, mientras alternaba con su participación en la Coral Polifónica Gijonesa que dirigía Anselmo Solar, y donde tenía de compañeros voces inolvidables como Roberto Loché, Luis El Señoritu, Roberto Morado, Angelines Costales, Yolanda, Morán, Balbona y el insuperable Andrés Suárez, todo un fenómeno de cantante y de simpatía. En cierta ocasión que la Coral Polifónica cantaba en el madrileño teatro de la Zarzuela, el maestro Moreno Torroba le dijo a Andrés: «Tiene usted una voz preciosa, semejante a los cantantes rusos. ¿Tiene usted algún ascendente ruso?»
Andrés Suárez le contestó sin pensárselo un momento: «Algún ascendente ruso, no lo sé, pero comunista seguro que tengo unos cuantos».
Estudios en Madrid
Los éxitos con la Polifónica y su prodigiosa voz llevaron a Aquilino García Tuero a estudiar canto en Madrid, con el famoso tenor candasín Miguel Barroso, pero ya entonces su buen amigo José Antonio Rodríguez Canal, actual director adjunto del diario EL COMERCIO, le había convencido para que lo mismo que había hecho su primo Luis Gardey, consagrado por aquel entonces como cantante de moda, cambiase el Aquilino por Aquiles y obviase el apellido García, porque no resultaba nada comercial, y ya le tenemos convertido en Aquiles Tuero, para el resto de sus días, puesto que actualmente y con pasaporte norteamericano su nombre legal y oficial es ese Aquiles Tuero.
Y un buen día, se encontró con el padre Tomás Iturriaga, que había sido profesor suyo en el colegio del Corazón de María, y mientras recuerdan tiempos pasados en el Café Gijón, le convence para que se encargue de la promoción cultural en el colegio Mayor Alcalá de los PP. Claretianos y «sin querer queriendo», según sus propias palabras, da comienzo una carrera hacia el infinito del arte y la cultura organizando conferencias de las personas más relevantes del país. En 1970 crea la Asociación Amigos de Música de la Universidad de Madrid, ADAMUN, de gran repercusión nacional. Organiza el festival con Paco de Lucía para conmemorar los 25 años del Teatro Real, en 1972 descubre y presenta en el mismo Teatro Real al Coro de los Monjes de Silos, todo un acontecimiento a nivel mundial. En 1977 organiza el homenaje al mejor tenor del
presente siglo, el italiano Giacomo Lauri Volpi, donde actúan Plácido Domingo, Pedro La virgen y el director Jesús López Cobos. Todo un éxito que consagra a Aquiles Tuero como uno de los más famosos promotores del momento.
Mas la cosa no para ahí. En 1980 crea la Unión Popular de Cooperativas de Arte, que el afán de protagonismo de algunos de sus componentes lleva al fracaso, y se embarca para Nueva York, donde imparte varias conferencias para el Instituto Español en los EE. UU. Coincidiendo con el debut de Jesús López Cobos en el Metropolitan Opera House de Nueva York, y a partir de ahí centra sus esfuerzos en promocionar la cultura de habla hispana en los EE. UU. De Norteamérica con vistas al próximo milenio, empresa, gran empresa diríamos que colmaría las inquietudes culturales de millones de norteamericanos que ya tienen en los EE. UU. el castellano como segunda lengua más hablada, sin olvidar lo que supone contar en pleno corazón de Broadway con un centro y un escenario que permita dar forma física a un proyecto nacido hace ahora veinte años y permita la promoción internacional de las actividades culturales con raíces hispanas.
Gijonés universal
Y este gijonés universal, todo un gentleman que entre otras muchas cosas, sabe llevar el sombrero como pocos, lleva consigo una máquina de proyectos culturales que le llevaron a organizar en 1989 el mejor concierto de la historia de José Carreras en el Kennedy Center de Washington, fue capaz de reunir en el Avery Fisher Hall a José Carreras, Alfredo Kraus y Pilar Lorengar en una Antología de la Zarzuela, montar en el Liceo barcelonés la ópera de Cristóbal Colón con motivo del V Centenario, reunió en un mismo palco a Severo Ochoa, al cardiólogo de fama mundial Valentín Fuster, al hijo de Juan Negrín y al juez Núñez, presidente de la corte suprema de Washington, organiza conciertos en la catedral de San Patricio de Nueva York y consigue que por primera vez en la historia suene el himno nacional español en el Metropolitan Opera House con la presencia de S. A. R. la Reina Sofía, amén de un sinnúmero de felices ideas, como la de proyectar el entonces casi imposible concierto de Los Tres Tenores, reconocido por el propio José Carreras como una idea de nuestro Aquiles Tuero.
Y miren ustedes por dónde Aquiles Tuero sigue su marcha imparable con una vida llena de proyectos artísticos con innegable sello español, y quizá todo comenzó cuando un profesor de matemáticas le puso un diez en un examen por cantar en clase «La donna e Mobile».